domingo, 14 de noviembre de 2010

Mi viejo, mi sabio...

Sólo cuando colgué el teléfono me di cuenta… no había sabido qué decir… qué palabras coser para hacer sentir algo de alivio, algo de ese descanso imposible para el alma en estos momentos… supongo que simplemente no existen o yo, al menos, no sé pronunciarlas… le voy a decir al dentista que me quite la muela sin anestesia, escuché decir en mitad de la noche, no creo que duela más que esto… me habría encantado saber qué decir, qué frase… pero no pude, simplemente no fui capaz nada más que de suspirar… creo que porque no sé lo que es, no sé lo que se siente… mientras escuchaba la crónica de un día amargo, trataba de meterme en otra piel… tratando de sentir lo que debía de sentirse, tratando de hacer frente a un miedo que supongo tenemos todos… perder a nuestros padres, a esos que nos agarraban de la mano cuando éramos pequeños para enseñarnos a andar… sentí un escalofrío… creo que, solamente de imaginarlo, yo también preferiría que me arrancaran una muela… esa misma luna, escuché un recuerdo de la infancia… uno en el que una Lambretta era un lujo, uno en el que salir de un pequeño pueblo era ver mundo… imaginé esas fotos mentales que no conozco porque no las viví con una nitidez que me asombraba… armando en mi cabeza el puzzle de una historia que no es mía y que, sin embargo, escuchaba mientras la imaginaba…

Sentí de lejos esos recuerdos que yo también he vivido… respirando la impotencia de encontrarse lejos en el silencio más absoluto… rebobinando a años atrás para saber cómo fue entonces, para imaginar cómo estaría siendo ahora… sentí tristeza, muchísima… recordando esa historia propia que, todavía hoy, siento tan próxima… sabiendo como sé lo que es perder, recordando como lo hago ese extraño aroma de la muerte… uno que no se huele pero que te empapa el corazón haciéndolo no latir… recordé una mañana gélida de diciembre, una en la que crecí de golpe sin quererlo y sin pedirlo… recordé otra lluviosa de octubre, una en la que me hundí bajo un paraguas el mismo día que cumplía años… ley de vida, oí decir… ley de vida, repetí para mis adentros… esa que marca cuando llegamos y cuando nos vamos… esa que no elige en qué circunstancias, en qué momento preciso…

La gente sólo muere cuando se la olvida, me dice siempre esa escudera que vive entre ranas y orquídeas… sonrío… supongo que hay gente que se queda aunque no esté, gente que roza este mundo haciéndolo cambiar… regalándonos un pedazo de felicidad diferente, un saco de recuerdos inmenso por su valor… en otra luna distinta, escuché hablar de ese hombre al que no he conocido como tal… uno que me pidió un cigarro, uno que me miraba con curiosidad… uno al que sólo vi una vez en mi vida pero que una voz me estaba haciendo conocer… hablándome como, supongo, sólo habla alguien que ama de verdad… con ese increíble orgullo de sentirse hijo de un padre con todas las letras… de uno que era, por definición popular, buena persona… una de esas que escriben su propia historia a golpe de tesón, de fe… esos viejos sabios, esos que han malvivido para luego vivir... para hacer lo imposible por construir su propio mundo, por hacerse dueños de un pedazo de Universo sólo para ellos y los suyos… un sello que sólo tiene su nombre, un sello personal y único… el que hace que, el día que se marchan de este mundo, la gente sienta auténtica tristeza… sonrío… esbozando a ese hombre que sólo vi una vez, recordé a otro protagonista de un día lejano de diciembre… supongo que por eso, por comparar historias y frases, ese hombre al que sólo vi una vez de golpe se convirtió en mi mente en un gran hombre… en uno de esos que, aún cuando ya no están, sólo pensar en ellos hace sonreír… por esa mezcla de genio y calor que eran… por ese enorme regalo de la vida que es, simplemente, haberlos conocido… sintiendo el increíble privilegio que es saber que te quisieron, que fuiste una parte importante de sus vidas… 


La muerte es sólo la suerte, canta Sabina, con una letra cambiada… quizás la suerte es poder decir adiós, pienso para mí, con un saco de tesoros en el cajón de los recuerdos…


Lo siento, pero esta es la única canción que puede ser banda sonora de esas pérdidas que todos vivimos en esta vida… de esos adioses que siempre nos parecen demasiado pronto… del privilegio que es que esas personas hayan acariciado nuestro mundo para darle un poco más de magia… de una autenticidad que hace que, incluso muchos años después, se nos escapen todavía lágrimas pensando en ellos…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso mi leina! Estoy segura de que casi todo el mundo que lo lea, pensará en alguien que ya no está y por el que todavía, como tú dices, nos caen lágrimas al recordarle..

nerea dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
nerea dijo...

Bueno...primero decir que en esos momentos es normal no saber que decir(nos pasa a todos).
Es una pena ver sufrir a quienes apreciamos.

A parte de esto, decirte que las lágrimas han caido por mi cara...tus pérdidas son las mías...tus recuerdos lo son también...
Y sólo espero que tengamos la suerte de no sufrir otra pérdida en mucho,mucho tiempo.

Te quiero tatá y no hace falta decir que quienes ya no están, lo están de algún modo, con el pecho hinchado de orgullo al vernos.

Gloria dijo...

Muy sentido, muy hermoso, muy valiente.